En 2010, la editorial Blackie Books publicaba en España la autobiografía de Mark Oliver Everett, que tuvo una vida atropellada, marcada por los excesos, la locura de sus novias y la muerte de casi toda su familia y parte de sus amigos. El líder de los Eels encontró refugio a tanta catástrofe en la música, su gran pasión y, probablemente, su única salvación. Everett escribió este libro con 47 años, no tenía hijos y, por tanto, nunca tuvo nietos. El libro, escrito desde la nostalgia, habla del miedo. Del miedo a crecer, del miedo a la soledad, del miedo al amor, del miedo a la tristeza, y del miedo al miedo. Y también habla de la esperanza, la que halló siempre cuando el miedo mordía fuerte.
Yo no tengo una hija y puede que nunca la tenga. Y si mi hija hubiese nacido, sé que en algún momento, tendría miedo. Por eso, querría cogerle la mano y contarle que el miedo no nos hace cobardes ni menudos porque el miedo, nos mantiene vivos. Me gustaría que mi hija, de existir, se subiese encima del miedo y se lo llevase de paseo por la vida, por el amor, por la amistad, por la tristeza. Ay, hija mía, qué cerca me tendrías cuando el miedo se instale dentro.
Quisiera que supieses que la primera vez que sentí miedo de verdad fue cuando con 12 años vi el miedo en los ojos de mi madre. Ese día entendí que mi madre, tu abuela, también tenía miedo. Y aquello me puso triste, mi niña, porque mi madre es, como yo para ti, la que siempre me ha quitado el miedo.
Por eso, por si algún día existes, hija mía, lo primero que tienes que saber es a qué miedos te vas a enfrentar.
El primer miedo que vas a tener es el miedo a dormir sola. A la oscuridad. A los monstruos que agitan tus sueños. A que les pase algo a tus padres. Pero entonces me tendrás a mí, mi niña, para darte consuelo y calor. No tengas miedo.
Pronto saldrás a la sociedad, tendré que soltarte la mano, y llegarás al colegio donde vas a tener miedo de no ser lo suficientemente lista, de que tus compañeros o los profesores te juzguen, vas a tener miedo al ridículo y sabrás, por vez primera, lo importante que va a ser en tu vida la opinión de los demás. Los que te puntúan, los que te examinan, los que deciden con quién te sientas, los que aprueban tu comportamiento y tus rarezas.
Por eso, cuando llegues al colegio tendrás miedo de no encontrar amigos. Cuando los tengas, de no gustarles lo suficiente. Si tu mejor amiga se enfada o decide jugar con otra niña sentirás miedo de que ya no te quiera. Tendrás miedo de perderla.
Y llegará un momento en que te darás cuenta de que eres diferente a los niños, aunque ellos también tienen miedo, muchas veces, creen que no pueden manifestarlo. No es culpa suya. Te darás cuenta de que tú, por ser mujer, estás destinada a ser el sexo débil. Y ese día empezará tu lucha, como empezó la mía.
Si tu sexualidad es heteronormativa (chica a la que le gustan los chicos) tendrás menos problemas a si eres lesbiana, asexual o transexual. Puede que te repudien por tu identidad sexual. Puede que lo hagan por no resultar lo suficientemente atractiva a los ojos de los hombres. Es difícil que te libres de la criba de los demás. Tienes que ser fuerte.
Cuando te enamores por vez primera vas a tener miedo de que no te amen lo sufiente, porque amar, lejos de lo que imaginabas, produce mucha inseguridad. Sin embargo, te enamorarás como nunca nadie se había enamorado antes. Puede que te rompan el corazón y entonces creerás que el mundo se acaba. Volverás a tener miedo pero ya no recurrirás a mí.
Descubrirás el sentimiento de culpabilidad porque el mundo, vida mía, gira en torno a la culpabilidad femenina. Te sentirás culpable por no ser correspondida, culpable por no querer a quien te corresponde, culpable por acostarte con alguien o por dejar de hacerlo, por llorar demasiado, por no atreverte a alzar la voz, por alzarla cuando no debes, por comer, por beber, por no hacer suficiente deporte, por divertirte demasiado, por enfadarte mucho, por gritar, por mentir o por no ser capaz de hacerlo. Te sentirás culpable por sentir culpa y por ser incapaz de deshacerte de ella. Tú que tan bien has sido educada para ser una mujer fuerte y valiente.
Ya adulta tendrás miedo de no ser lo suficiente buena en el trabajo, de no ganar lo suficiente para independizarte, de quedarte sin él y tener que depender de tus padres. Hazlo si puedes, pero intenta no tener que depender de un hombre.
Un día cumplirás 30 años y te mirarás en el espejo. Es necesario que te pares y repases el pasado. Habrás dedicado tu vida al trabajo, tu pasión, y te sabrás afortunada. Habrás perdido amigos y amores en el camino, y habrás visto morir a unos cuantos seres queridos, puede que también sientas desgraciada. No tendrás hijos ni sabrás si quieres tenerlos. Los niños te dan miedo.
A partir de ahora, todos te dirán que tienes que tomar decisiones mucho más rápido que antes. Que ya no está permitido equivocarse. Habrás crecido muy pronto, aunque no lo quieras, y eso te da miedo.
La próxima vez que vuelvas a tener miedo recurre a mí. Porque yo también soy esa niña.
Mark Oliver Everett encontró aliado contra sus fantasmas con la música. Yo sé que los libros me salvaron. Nunca abandones tu pasión, es la mejor arma contra el miedo.